Una noche de tormenta, el monstruo Cabeza Voladora, llegó a la tierra.
Era un monstruo horrible. Tenía alas, pero no tenia cuerpo y piernas. Tenía una
lengua verde, dientes negros, y dos hoyos por nariz. Su piel era morada y gris.
El monstruo podía volar tan rápido y alto como una águila.
La Cabeza Voladora estaba muy hambrienta. La primera noche, se devoró todo
el maíz del campo. La siguiente noche, vino otra vez. Se comió a todos los
conejos de la tierra. Nuevamente el monstruo vino. Esta vez, se comió a todos
los venados del bosque. Los hombres trataron de matar al monstruo. Ellos usaron
sus arcos y flechas. Pero nada detuvo a la Cabeza Voladora. El monstruo trató de comerse a los hombres y
los hombres huyeron.
Toda la gente estaba temerosa. No había más plantas o animales. Solo
había gente. ¿Qué si el monstruo viniera por ellos?
Esa noche, todas las familias abandonaron sus casas. Ellos corrieron
para esconderse hacia la casa comunal mas grande. Todos fueron, con excepción de
una mujer. Ella se quedó sola en una casa comunal con su bebe. Ella tenía un
plan para detener al monstruo. Primero, ella alimentó al bebe. Luego ella
escondió al pequeño en la casa. Después, la mujer hizo un gran fuego. Ella
calentó muchas grandes piedras. Las piedras se tornaron rojas con el calor.
El monstruo vio el humo de la casa comunal de la mujer. Voló hacia abajo
runbo a su puerta para mirar. Pero la mujer ignoró al monstruo. Ella
continuó cocinando. Usando un palo, ella levantó una piedra caliente. Ella
pretendía comerla.
“¡Esto es delicioso!” ella dijo. “Lo siento que otros
no estén aquí. ¡Qué maravillosa cena!” Ella eligió otra piedra caliente,
luego otra. Ella pasó las piedras con su boca. Luego, ella las puso en el piso.
El monstruo no vio su truco.
El monstruo quería el maravilloso alimento. El llegó volando sobre la
mujer y la empujó. De una mordida, el monstruo se comió todas las piedras en el
fuego. De repente, el monstruo gritó. Todas las tribus cercanas escucharon los
ruidosos alaridos. El monstruo salió volando de la casa comunal. Gritó hasta
que la tierra se sacudió. Aún gritando ruidosamente, el monstruo finalmente se
fue volando.
La joven mujer recogió a su bebe. Ella fue hacia la puerta y miró hacia
afuera. Al final la noche estaba tranquila. Toda la gente vino a escuchar su historia.
Ellos estaban asombrados y felices de su truco.
La Cabeza Voladora nunca regresó a la tierra de los iroqueses.
Cuento nativo americano de los iroqueses, tomado de, “Festival of Folktales.” Dominique Press.
Carlsbad, California, 1993. Págs., 47-49.
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