martes, 28 de junio de 2016

La Mujer que se Convirtió en Canguro.

 
     Hace mucho, mucho tiempo, había una chica infeliz. A ella no le gustaba el trabajo de las mujeres. Cada día, la mujer trabajaba muy duro. Y cada día, el trabajo era siempre el mismo. A la muchacha no le gustaba extraer plantas para comer. A ella no le gustaba buscar insectos para comer. No le gustaba preparar los alimentos. Y no le gustaba cuidar niños. A ella le gustaba hacer el trabajo de los hombres y los muchachos. La vida de ellos le parecía más libre. Cada día, los hombres y los muchachos dejaban el campamento para cazar por comida. Para la muchacha, el trabajo de los hombres era más excitante.

     Un día, la muchacha decidió huir de su vida aburrida. Ella dejó el campamento mientras su padre estaba lejos cazando. Ella corrió y corrió. Ella llegó a un valle a través de un arroyo. La muchacha no encendió un fuego. Ella tenía miedo que su padre pudiera ver el fuego. Luego, él la iría a buscar. Esa noche ella durmió cerca del arroyo. Ella permaneció en el valle por muchos días. Había plantas e insectos para comer. Cada día la muchacha escalaba una montaña y buscaba a su padre. Un día, ella lo vio en la distancia. La muchacha rió para sí misma. Ella sabía que su padre no la podía encontrar. Ella había escondido bien sus huellas.

     Mas días pasaron. La muchacha no vio a su padre otra vez. Al final, la muchacha se sintió segura. Ella hizo un fuego con palos. Luego ella cocino algunas plantas e insectos. Es noche, ella durmió en paz. Pero el padre de la muchacha no se había ido lejos. Él había acampado cerca de las montañas. En la noche, él vio la luz de la fogata de la muchacha. Al siguiente día, él caminó hacia el valle. Él se escondió detrás de las rocas. Él observó a su hija buscando insectos en los arboles. Entonces él fue a agarrarla. La muchacha lo vio y gritó. Ella corrió a un grupo de árboles. Ella se escondió detrás de un árbol blanco. El árbol estaba roto y no tenia parte superior. Al principio, el [adre no vio a su hija. Luego él la vio escondida.
     La chica tenía miedo. Ella no quería regresar a su antigua forma de vida. De repente, ella recordó algunas palabras mágicas. Su abuela le había dicho esta magia hace mucho tiempo. Ella se agarró del árbol. Luego ella rápidamente dijo las palabras mágicas. Había mucho ruido. El árbol salió de la tierra. La muchacha se agarró mientras el árbol brincaba y bajaba por el valle. El padre corrió tras la muchacha y el árbol blanco. Él corrió y corrió hasta que tuvo que parar. Su cuerpo no pudo correr más. Enojadamente, él vio el salto del árbol fuera de vista.

     Pronto la muchacha estaba lejos, muy lejos de su padre. Ella estaba a salvo. Pero, ¿Cómo podría parar al árbol? Ella no concia las palabras mágicas. Ella siguió saltando hasta que el árbol llego a ser parte de ella. Sus piernas crecieron largas y fuertes. Sus brazos se hicieron cortos.

     Se dice que esta muchacha fue el primer canguro. El canguro es tanto blanco como negro. Tiene el color oscuro de la muchacha y el árbol blanco. Al canguro también le gusta saltar y ser libre.

Cuento de australia, tomado de, “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 55-57. 

La Cabeza Voladora


     Una noche de tormenta, el monstruo Cabeza Voladora, llegó a la tierra. Era un monstruo horrible. Tenía alas, pero no tenia cuerpo y piernas. Tenía una lengua verde, dientes negros, y dos hoyos por nariz. Su piel era morada y gris. El monstruo podía volar tan rápido y alto como una águila.

     La Cabeza Voladora estaba muy hambrienta. La primera noche, se devoró todo el maíz del campo. La siguiente noche, vino otra vez. Se comió a todos los conejos de la tierra. Nuevamente el monstruo vino. Esta vez, se comió a todos los venados del bosque. Los hombres trataron de matar al monstruo. Ellos usaron sus arcos y flechas. Pero nada detuvo a la Cabeza Voladora.  El monstruo trató de comerse a los hombres y los hombres huyeron.

     Toda la gente estaba temerosa. No había más plantas o animales. Solo había gente. ¿Qué si el monstruo viniera por ellos?

     Esa noche, todas las familias abandonaron sus casas. Ellos corrieron para esconderse hacia la casa comunal mas grande. Todos fueron, con excepción de una mujer. Ella se quedó sola en una casa comunal con su bebe. Ella tenía un plan para detener al monstruo. Primero, ella alimentó al bebe. Luego ella escondió al pequeño en la casa. Después, la mujer hizo un gran fuego. Ella calentó muchas grandes piedras. Las piedras se tornaron rojas con el calor.

      El monstruo vio el humo de la casa comunal de la mujer. Voló hacia abajo runbo a su puerta para mirar. Pero la mujer ignoró al monstruo. Ella continuó cocinando. Usando un palo, ella levantó una piedra caliente. Ella pretendía comerla.


     “¡Esto es delicioso!” ella dijo. “Lo siento que otros no estén aquí. ¡Qué maravillosa cena!” Ella eligió otra piedra caliente, luego otra. Ella pasó las piedras con su boca. Luego, ella las puso en el piso. El monstruo no vio su truco.

     El monstruo quería el maravilloso alimento. El llegó volando sobre la mujer y la empujó. De una mordida, el monstruo se comió todas las piedras en el fuego. De repente, el monstruo gritó. Todas las tribus cercanas escucharon los ruidosos alaridos. El monstruo salió volando de la casa comunal. Gritó hasta que la tierra se sacudió. Aún gritando ruidosamente, el monstruo finalmente se fue volando.

      La joven mujer recogió a su bebe. Ella fue hacia la puerta y miró hacia afuera. Al final la noche estaba tranquila. Toda la gente vino a escuchar su historia. Ellos estaban asombrados y felices de su truco.

       La Cabeza Voladora nunca regresó a la tierra de los iroqueses.

Cuento nativo americano de los iroqueses, tomado de, “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 47-49. 

domingo, 26 de junio de 2016

El Hombre Pobre y sus Tres Hijos

     Hace mucho tiempo, en Las Filipinas, un agricultor pobre vivía con sus tres hijos.

     Un día, el agricultor estaba muy enfermo. Él sabía que se estaba muriendo. Él llamó a sus hijos a su lecho. “Mis hijos, Pronto moriré. No tengo oro. Pero tengo algo para ustedes.”

     Los hijos escucharon tristemente. Ellos no querían que su padre muriera.

     Primero, el padre dio al hijo mayor un gallo. Luego, él dio al segundo hijo un gato. Y al hijo más joven le dio una guadaña. El padre dijo, “Viajen a lo largo y a lo ancho. Encuentren el lugar correcto para canjear el gallo, el gato, y la guadaña. Luego, ustedes serán felices.”

     Los hijos agradecieron al padre por los presentes. El padre no habló más. Él había muerto.

     Los mese pasaron. La vida era difícil para los hijos. La granja estaba en una tierra pobre. No había caballos o bueyes en la granja. Los hijos tenían poca comida que comer.

     “Papá dijo que negociáramos el gato,” dijo el hijo más viejo. “Pero, ¿Quién quiere negociar por un gato? Todos en la isla tienen un gato.”

     “Papá dijo que viajáramos a lo largo y a lo ancho,” dijo el hijo más joven. “Yo empezaré mañana.” El hijo mas joven dejó a sus hermanos.  Él llevó la guadaña consigo. Él viajó por días y días. Al final, llegó a una isla pequeña. Ahí él vio a algunos agricultores recogiendo arroz. Él estaba sorprendido. Ellos estaban recogiendo el arroz con sus manos.

“¿Puedo ayudarlos? Yo puedo cortar el arroz rápido.” El hijo más joven comenzó a cortar el arroz con su guadaña.

Los hombres estaban sorprendidos. Ellos nunca habían visto una guadaña antes. “¡Tú puedes cortar el arroz tan rápido!” los hombres dijeron. “¿Qué es eso en tus manos?”

El hijo más joven dijo, “Es una guadaña. Mi padre me la dio.”

Los hombres hablaron en secreto juntos. Luego dijeron, “Nosotros queremos negociar por tu guadaña. Nosotros te daremos oro.”

El hijo más joven pensó por un momento. Después él dijo, “Negociaré con ustedes.” Él dio la guadaña a los hombres. Luego, el hijo más joven viajó a casa. Él mostró a sus hermanos las riquezas.

“¡No puedo creerlo!” dijo el hermano de en medio. “Papá tenía razón. Ustedes necesitan encontrar el lugar correcto para comerciar.”
     El siguiente día, el hermano de en medio viajó a lo largo y a lo ancho. Él tomó su gallo consigo. Al final, él encontró una aldea sin gallos. Él durmió en la calle con su gallo. Cuando salió el sol, el gallo graznó. La gente miró hacia afuera de sus ventanas. “¿Qué es eso?” Preguntaron ellos.

     El hijo de en medio contestó, “Es mi gallo. Él está graznando. Él me despierta cada mañana.” La gente quería al gallo en su aldea. Ellos le ofrecieron oro al hijo de en medio. Felizmente, el muchacho joven tomó el oro. Él regresó a casa feliz y rico.

     El hijo más viejo dijo a sus hermanos, “Yo pienso que no puedo negociar mi gato. Pero mi padre quiere que lo intente.” Él viajó por días y meses. Al final,. Él llegó a una isla sin gatos. La isla tenía problemas con ratas. El hijo, colocó a su gato abajo. El gato corrió tras las ratas. Pronto allí no había mas ratas.

     La gente dijo, “¡Debemos tener este gato! ¿Lo cambias?”

     “Sí, lo haré,” dijo el hijo con una sonrisa. La gente dio al hombre joven una bolsa de oro.

     El hijo más viejo fue a casa. Él mostró sus riquezas a sus hermanos. Los tres hijos vivieron felizmente por muchos años.

Leyenda persa, tomada de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 11-14. 

Los Dos Mercaderes

     Hace mucho tiempo, había un mercader que era pobre. Éste vendía acero a la gente para hacer herramientas. Un día, se tuvo que ir a un viaje, pero no quería dejar el acero en su casa. Tal vez alguien podría robárselo.

     “¡Ya sé!” dijo el mercader. “Dejaré el acero en la casa de mi amigo. Él lo vigilará por mí.” El mercader llevó las 600 libras de acero a la casa de su amigo.

     Una semana después, el amigo necesitaba dinero. “Realmente necesito algo de dinero. Pero no tengo nada que vender.” Entonces, el hombre pensó en el acero del mercader.

     El hombre tenia el acero colocado en la esquina de su casa. “Puedo vender el acero. Pero, ¿Qué le digo a mi amigo? Tal vez le puedo decir una mentira sobre eso. Él me creerá. Él es mi amigo.” El hombre vendió el acero del mercader, y puso el dinero en un lugar seguro.

     En tres días, el mercader regresó, y fue a la casa de su amigo. “Gracias por vigilar mi acero. Me lo voy a llevar ahora.”

     Pero el amigo le dijo, “¡Oh, tengo terribles noticias para ti! Puse el acero en la esquina. Una noche, los ratones estaban hambrientos. Lamentablemente todos ellos se comieron todo el acero.”

     El mercader no mostró sorpresa. “¿Así sucedió? Siento escuchar eso. Pero sé que los ratones aman el acero. Además, sus dientes son muy filosos. Los ratones pueden comer acero fácilmente.”   

     El amigo estaba feliz, pensando que su amigo le había creído. Mientras el mercader se retiraba, vio al pequeño hijo de su amigo. El niño se entretenía en un juego fuera de su casa. Entonces el mercader tomó al niño, y se lo llevó a su casa. El pequeño muchacho estaba llorando, pues quería mucho a su familia. Sin embargo,el mercader le dio un dulce al niño, y así el muchacho dejó de llorar.

     Pocos minutos después, el amigo llegó a la puerta del mercader, estando muy preocupado. “¿Viste a mi hijo? Se ha ido. No puedo encontrarlo."

El mercader dijo, "Creo que lo vi.Vi a una águila llevando a un niño.”

     ¡Pero eso parece imposible!" gritó el amigo, ¡Una águila llevando a un niño!

El mercader rió, "Parece imposible. Pero cosas extrañas suceden en este pueblo. Un raton se come 600 libras de acero. Una aguila toma a un pequeño. Es dificil de creer, pero puede ser verdad."
     
El amigo bajó la mirada hacia el suelo. Él entendió. El mercader  le había enseñándo una lección.

     “Tienes razón. Es imposible para un raton comer acero. Te mentí. Yo vendí tu acero. Pero voy a darte todo el dinero. Por favor. Regrésame a mi hijo. Él es más importante que el dinero.”

     El mercader aceptó el trato, y el hombre fue a casa, encontró el dinero y se lo regresó al mercader. A su vez, el mercader fue a traer al muchacho, y se lo regresó a su padre. El padre y el hijo estaban felices de estar juntos otra vez.

     Leyenda persa, tomada de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 19-20. 

sábado, 25 de junio de 2016

La Oruga y el Cuervo

       Era un hermoso y asoleado día. El cielo era azul. No había nubes. Una oruga buscaba un buen desayuno. Él buscó arriba y abajo. Al final, él encontró una deliciosa hoja. Era una gran hoja verde de su árbol favorito.
     Cuando él empezaba a comer, una sombra negra cayó sobre la hoja. La oruga volteó hacia arriba. Un cuervo estaba volando arriba de ella. La gran ave negra aterrizó aun lado de la oruga. La oruga pretendía no ver a la ave. Ella calmadamente comió su desayuno.

     “Disfruta tu comida, oruga. Después, serás un desayuno más grande para mí,” dijo el cuervo.

     La oruga paró de comer. Ella miró hacia arriba. “Buenos días, cuervo. ¿Te gustan los acertijos?”

     El cuervo dijo, “Por supuesto, soy bueno para los acertijos.”

     “Entonces te diré uno,” dijo la oruga. “Si la contestas, podrás disfrutar tu desayuno más. Si no la puedes contestar, entonces buscarás tu desayuno en un nuevo lugar.”

     “Muy bien,” dijo el cuervo. “Primero, mi mente estará feliz. Luego, mi estomago estará feliz.”

     “Menciona la cosa más dulce del mundo,” dijo la oruga.

     “Eso es muy fácil,” contestó el cuervo. “La cosa más dulce es la azúcar.”

     “Ahora, nombra la cosa más amarga del mundo,” dijo la oruga.

     “La cosa más amarga es un limón. ¿No tienes una pregunta difícil?” preguntó el cuervo.

     “Está bien. ¿Cuál es la peor cosa olorosa del mundo?” preguntó la oruga.

     “La cosa más apestosa es el estiércol. Este acertijo es aburrido. Conozco todas las respuestas.”

     “Finalmente, ¿Cuál es la cosa mejor olorosa en el mundo?” preguntó la oruga.

     “La cosa mejor olorosa en el mundo es la flor de Magnolia,” dijo el cuervo.

     “Ya respondí tus malos acertijos. Ahora, puedo comenzar mi desayuno.” El cuervo cogió a la oruga.

     “¡Espera un minuto! No tan rápido,” gritó la oruga. “Tu primer respuesta es incorrecta. Tu segunda respuesta es incorrecta. Y tu tercera y cuarta respuesta son incorrectas también.”

     El cuervo dijo, “¡Pero, estoy en lo correcto!”

     “No, no lo estas,” dijo la oruga. “Estoy muy sorprendido. No conoces las respuestas correctas. Las cosas más dulces del mundo son las palabras amables y cariñosas. Las cosas mas amargas son las palabras crueles. Las cosas más mal olorosas son un mal nombre y una mala reputación. Y un buen nombre y una buena reputación, son las cosas de mejor buen olor en el mundo.”

     El cuervo estaba enojado. Él soltó a la oruga. “Está bien, Tú ganas. Buscaré un desayuno en un nuevo lugar.” El cuervo se alejó volando.

     La oruga comenzó a comer su hoja otra vez. Era un hermoso día, de verdad.  

     Cuento de Camboya  tomado de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 32-34. 

jueves, 23 de junio de 2016

Ma Liang y su Pincel Mágico.

     Los padres de Ma Ling murieron cuando él era joven. El muchacho vivía de recoger madreas y arrancar hierbas.

     Un día, el estaba limpiando el jardín de la escuela. Ahí el vio al maestro y sus estudiantes. El maestro estaba mostrándole a los estudiantes como pintar. Instantáneamente, Liang amó la belleza del arte. Él verdaderamente quería pintar. Pero no tenia dinero para comprar pinceles o papel.

     Liang habló con el maestro de la escuela. “Por favor, ¿Podría prestarme un pincel? Quiero pintar.”

     El maestro estaba enojado. “¡Vete de aquí! Pintar no es para muchachos indigentes!”

     Ma Liang se fue, pero no se rindió. “Un muchacho pobre puede dibujar. Aprenderé de otra manera.” Él dibujó a animales en la tierra con un palo. Él usó agua para dibujar peces en las rocas. Le gente vio sus imágenes. Ellos consideraron que sus dibujos eran increíbles. Las aves en sus imágenes parecían listas para volar. Los peces emergían listos para nadar en el agua.

     Ma Liang aún tenía la esperanza de pintar con un pincel. Él pensaba en eso cada día. Una noche, Liang tuvo un sueño. En el sueño, un hombre anciano venia a Liang. El hombre daba a Liang un pincel.

     “Sé cuidadoso con este pincel,” dijo el anciano. “Es mágico.”

     Ma Liang despertó y miró. ¡El pincel estaba en su mano!” Por tres días, no compró arroz. Él ahorró su dinero. Al final él pudo comprar tinta y papel. El muchacho pintó a un ave con su pincel mágico. Cuando él terminó, el ave abrió sus ojos. ¡Enseguida movió sus alas hacia el cielo! Ma Liang pintó un pez. El pez saltó al agua y se alejó nadando. La gente vio la magia del muchacho. Ellos le trajeron papel. Con su pincel mágico, Liang ayudó a la gente pobre. Él pintó un azadón para un agricultor. Él pintó una lámpara de aceite para una mujer anciana. Él pintó arroz para una madre joven.

     El emperador en su palacio aprendió sobre Ma Liang. Él envió sus guardias para tomar al joven artista. Ma Liang no quería ir. Él había escuchado malas historias sobre el emperador. El emperador era muy cruel con la gente pobre. Pero los guardias forzaron a Liang a ir al palacio.

     Ma Liang dijo a sí mismo, “Nunca serviré a éste hombre.”

     El emperador dijo a Ma Liang que pintara un hermoso dragón de oro. En vez de ello, Ma Liang pintó un sapo verde. El emperador le dijo al muchacho que pintara una ave de hermoso canto. En vez de ello, Ma Liang pintó una gallina café. El sapo y la gallina hicieron mucho ruido. Ellos corrieron al rededor y rompieron muchos objetos caros. Los guardias no pudieron agarrara los animales.

     El emperador estaba muy enojado. Él quitó a Ma Liang el pincel mágico. Con el pincel, el emperador pintó una montaña de oro. Pero cuando él terminó, él tenía solo un montón de rocas. Él intentó otra vez hacer oro. Esta vez el oro llego a ser una serpiente amarilla. Temeroso, el emperador tiró el pincel. La gran serpiente atacó al emperador. Los guardias corrieron para salvara a su líder. Ellos mataron a la serpiente con sus espadas. Con todo el ruido, nadie vio a Ma Liang. El muchacho recogió su pincel mágico. Luego, él rápidamente corrió hacia afuera del palacio.

     ¿Qué sucedió con Ma Liang y su pincel mágico? Nadie está seguro. Algunos dicen que regresó a ayudar a su pueblo. Otros dicen que se fue por todo China a pintar para los pobres.   

Leyenda de China  tomada de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 24-27. 

miércoles, 22 de junio de 2016

El Jardín de Anya

     Hace mucho tiempo en la tierra de la India, había una pequeña muchacha llamada Anya. Ella vivía en medio de un hermoso jardín. Anya n tenia padres. Los siervos cuidaban de ella. Cada día, la muchacha caminaba a través de los altos arboles verdes de su jardín. Ella cogió flores de todos los colores y las aventó n la fuente. En las tardes húmedas, Anya descansaba en el pabellón. Ella escuchó la precipitación de la lluvia. Anya estaba siempre en paz en su adorable jardín.

     Un día, un anciano, un gurú, llegó al jardín. Tenía una cara sabia. “Anya, mi niña. Estuve con tu madre el día en que murió. Tú eras solo una niña. Le prometía ella que te cumpliría un solo deseo. Tu puedes tener gran salud o gran belleza. Tú puedes aún ser la princesa. ¿Qué deseo eliges?”

     Ana pensó en ser rica, o hermosa, o poderosa. Ninguna de estas cosas prometían la felicidad. Ella ya conocía la felicidad en su jardín. “Toda mi vida quiero vivir en medio de este hermoso jardín.”

     El gurú estaba sorprendido. “¿Eso es todo? Tal vez algún días vas a querer algo más que un jardín. Pero has dicho tu deseo. Tú vas a vivir siempre en el centro de tu jardín. Lo prometo.” Lego, el gurú se fue.

     La joven muchacha creció. Llego a ser una hermosa joven. Hombres de tierras cercanas y lejanas querían casarse con ella. Ellos se enamoraron de la joven pacifica y feliz. Pero Anya dijo a todos los hombres jóvenes que se retiraran. Ella no quería abandonar su jardín.

     Una mañana, Anya vio a un forastero andando por el camino afuera de su jardín. Él se detuvo y le habló a ella. Sus palabras eran amables y su sonrisa era sincera. Anya se enamoró del alto y guapo hombre.

     El hombre joven era el príncipe Kester de una tierra lejana. Él visitó a Anya cada dia por un mes. Luego, le preguntó, “¿Te casarías conmigo? Te amo, Anya. Quiero que vengas conmigo a mi casa.”

     Anya se encerró con llave con lágrimas en sus ojos. ¡Qué decisión tan difícil! Ella amaba al príncipe, pero ella también amaba a su jardín. Al final, ella dijo, “Voy a ir contigo. Pero puede que no me sea posible salir. Un gurú una vez me dio un deseo. Pedí que quería estar aquí, en mi jardín para siempre.”

     El príncipe condujo a Anya a través de una pequeña puerta en el muro del jardín. Nada sucedió. El gurú no había guardado su promesa. Ella pudo abandonar su jardín.
 

     Anya se casó con el príncipe ese mismo dia. Ella amaba a Kester, pero aun estaba triste por abandonar su jardín. El esposo y la esposa montaron sobre camellos hacia si casa. El palacio era elegante con altas torres de mármol. Pero no había arboles verdes o flores de colores. Alrededor del palacio solo estaba el oro de la arena y el caliente, y seco aire de desierto.

     Esa noche, Anya pensó en su jardín y lloró. ¿Cómo podría ser ella feliz en el desierto?

     La siguiente mañana, Kester despertó a Anya y la condujo a la ventana. “¡ira Anya!”dijo Kester. “El anciano mantuvo su promesa.”

     Anya miró hacia afuera por la ventana. Tan lejos como el ojo podía ver estaba su jardín. Las plantes verdes y flores familiares, y las fuentes cubrían las secas arenas.

     “No es importante donde vives, Anya,” dijo el príncipe. “Tú siempre tendrás tu jardín.”

Leyenda de la India, tomada de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 62-64. 

domingo, 19 de junio de 2016

El León de Montaña y el Grillo

 
     El león de montaña es el rey de los mamíferos. Él es fuerte. Él se siente también muy orgulloso de sí mismo. La gente y los animales le tienen miedo.

     Un día un grillo estaba bebiendo en el río. El león de montaña vino a río a beber también.

     “Aléjate,” dijo el león de montaña, “quiero beber solo.”

     “No me tengo que mover. Tú eres el rey de los mamíferos. Pero yo soy el rey de los insectos. Tengo derecho a beber.”

     El león de montaña se rió. “¡Tú pequeño animal débil! Puedo matarte con un golpe de mi garra.” El león levantó su garra. Él iba a golpear al grillo.

     “¡Espera, tengo una idea!” dijo el grillo. “¡Te desafío a pelear. Mañana, trae un ejerció de mamíferos al río. Yo traeré a un ejército de insectos.”

     “¡Tú tonto!¿Quieres que mueran tus amigos? Bueno, vendremos mañana. Traeré a todos mis amigos: Los animales más fuertes, los animales más grandes, y muchos más.” El león de montaña rió otra vez. Él golpeó el suelo con su cola. El grillo rápidamente saltó fuera del camino.

     El siguiente día, todos los mamíferos vinieron al río. Había muchos animales grandes, fuertes y rápidos: toros, osos, conejos, borregos, llamas, jaguares, y otros. “Gracias por venir, mis amigos,” dijo el león de montaña. “¿Dónde está el ejército del grillo?”

     El grillo saltó fuera de la rama. “¿Dónde están tus amigos?” preguntó el león de la montaña. “¿Tienen miedo? Tú deberías también tener miedo.”

     “Ellos están aquí,” dijo el grillo. “¿Estás listo?”

     “Estamos listos.” El león de la montaña sonrió.

     “¡Entonces, comienza el ataque!” gritó el grillo.


     De pronto, millones de insectos aparecieron. Salieron de los árboles y de las ramas. Había hormigas, abejas, grillos, mosquitos, y muchos otros. Nubes de insectos ocultaron el sol. Los pequeños animales atacaron a los grandes animales. Ellos atacaron los ojos, los oídos y las bocas de los mamíferos.

     Los mamíferos trataron de luchar con los insectos. Pero no podían verlos o escucharlos. Los ojos y los oídos de los mamíferos estaban muy heridos.

     La batalla duró solo pocos minutos. “¡Alto!¡Detengan el ataque!” dijo el león de la montaña. Él tenía miles de insectos sobre todo su cuerpo.

     Los mamíferos corrieron al río. Ellos saltaron hacia el agua para escapar del ataque. La armada de insectos del grillo había ganado.

    Los indios dicen, “Cuando los pequeños se unen, pueden ganar en contra de alguien que es más fuerte y más grande.”

Leyenda boliviana tomada de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 3-6.