lunes, 13 de junio de 2016

La Lección

     En México, vivió una vez un hombre que se llamaba Pablo. El hombre era muy celoso de su hermosa novia. Él no tenia razón de estar celoso. Teresa no estaba interesada en otro hombre. Ella amaba solo a Pablo.
     Pablo y Teresa se casaron. Tuvieron una pequeña boda en la iglesia. Después de la boda, hubo una fiesta. Todos estaban bailando. Don Ricardo, el hijo de un rico ranchero, vino a la fiesta. A Don Ricardo le gustaban mucho las muchachas. Él le pidió a la novia que bailaran. Es una costumbre de las personas bailar con la novia.
     Después, todos se fueron a casa. Teresa dijo, “¡Qué día tan hermoso!” Pero Pablo estaba enojado, “¿Te gustó bailar con ese hombre rico? ¿Hiciste una cita con él?” Teresa comenzó a llorar. Ella no podía entender a Pablo. Ella no había hecho nada malo.
     Un mes después, la pareja salió a dar un paseo. Se toparon en el camino con Don Ricardo. “Buenas tardes, señora,” dijo el hombre rico. Teresa volteó su cara hacia otro lado. Ella no dijo nada a Don Ricardo. Pero su esposo aún estaba enojado.
“Toma todas tus cosas. Nos mudamos mañana. No puedo vivir en el mismo pueblo con Don Ricardo.”
     Ellos abandonaron al siguiente día. Pablo y Teresa se mudaron a un pequeño pueblo en el norte. Ellos rentaron una pequeña casa. Pablo encontró un trabajo. Ellos ahorraron dinero para comprar una vaca. En una granja cercana, había un toro. La vaca y el toro se conocieron y se enamoraron. Ellos siempre estaban juntos.
     Un hombre que vendía dulces, comenzó a pasar por la casa de Pablo. El hombre era joven y era guapo. Teresa compraba dulces de él cada día. Un día, pablo llegó temprano a casa. Él vio a Teresa hablando con el vendedor de dulces.
     En casa, Pablo gritó, “¿Qué sucede cuando yo me voy a trabajar?¿Estás viendo a éste hombre cada día?”
     Para entonces, la esposa estaba cansada de los celos de su esposo. “¡Nos estás haciendo miserables! ¡Siempre he sido sincera contigo! ¡No tienes razón para estar celoso! ¡Estoy perdiendo mi paciencia! ¡Deja de ser tan celoso!” El esposo y la esposa tenían una gran pelea. Pablo decidió que se mudaran de nuevo.
     Dos días después, ellos estaban en camino. Teresa no se quería mudar. Ella era tan infeliz. La vaca se vino con la pareja.

     Después de pocos kilómetros, la vaca comenzó a mugir. “¿Qué sucede con esa vaca?” preguntó Pablo. Su esposa le dijo a Pablo acerca del toro. La vaca no quería dejar a su amado. Pero al poco tiempo, la vaca estaba mugiendo ruidosamente.
     En la tarde, la pareja hizo un campamento. La vaca estaba mugiendo mas ruidosamente que nunca. “¡Esa vaca ruidosa me está dando un dolor de cabeza! Dile que se esté quieta o la voy a dejar aquí.”
     Teresa fue con la vaca, “¡Quieta!¡Va haber otros toros en el nuevo pueblo!”
     Pablo escuchó a su esposa hablar. Pensó en las palabras de su esposa. “¡Va haber otros toros en el nuevo pueblo!” Él no pudo dejar de pensar en eso. Él no durmió en toda la noche.
     Después de esa noche, Pablo cambió. Él dijo, “Nos regresamos a casa nuevamente.” Teresa estaba encantada con el cambio de Pablo. Ellos regresaron a su vieja casa. Y ahora la vaca y el toro vivieron felices por siempre.  
     Leyenda Mexicana tomada de “Festival of Folktales.” Dominique Press. Carlsbad, California, 1993. Págs., 84-86.  
 
            

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